Vamos a desglosarlo de una manera sencilla y amena.
La dislipidemia es un desbalance de los niveles de grasas en la sangre. Esto puede significar tener niveles altos de colesterol LDL (el malo), niveles bajos de colesterol HDL (el bueno), o niveles altos de triglicéridos.
Cuando tienes diabetes tipo 2, el riesgo de desarrollar dislipidemia es más alto. ¿Sabes por qué? Porque la diabetes afecta el cómo tu cuerpo maneja la insulina, lo que puede desajustar tus niveles de grasas.
Tener dislipidemia y diabetes tipo 2 al mismo tiempo es una combinación peligrosa.
Este dúo dinámico aumenta tu riesgo de enfermedades cardiovasculares, como ataques cardíacos y derrames cerebrales. Y eso definitivamente no es algo que queramos. Por eso, mantener tus niveles de lípidos con chequeos continuos es crucial.
La buena noticia es que hay varias cosas que puedes hacer para prevenir y tratar la dislipidemia.
Comer bien es clave. Trata de incorporar más frutas, verduras, granos enteros y proteínas magras en tu dieta. Reduce el consumo de grasas saturadas y trans, que se encuentran en alimentos procesados y fritos. ¡Ojo con esas botanas tentadoras!
Moverse es esencial. No necesitas ser un atleta de alto rendimiento, pero sí necesitas incorporar algo de actividad física en tu rutina diaria. Camina unos 30 minutos, anda en bicicleta o ponte a bailar un buen rato.
Ahora, cuando la dieta y el ejercicio no son suficientes y necesitas una ayudita extra, tu médico puede ayudarte a controlar tus niveles de lípidos, pero es muy importante seguir las indicaciones y no saltarte ninguna dosis.
Mantente al tanto de tus niveles de lípidos y azúcar en la sangre con chequeos regulares. Hazte estudios continuamente y ayuda a tu médico a hacer ajustes en tu tratamiento si es necesario.
El azúcar en exceso no solo afecta tus niveles de glucosa, sino que también puede elevar tus triglicéridos. ¡El azúcar es malísima para ti!
También, no todas las grasas son malas. Las que se encuentran en el aguacate, el aceite de oliva y los frutos secos, pueden ayudar a mejorar tus niveles de colesterol. Y, si en tu familia hay historial de problemas de colesterol, es aún más importante que tomes precauciones.
Vivir con diabetes tipo 2 y dislipidemia puede parecer desafiante, pero con los cuidados adecuados, puedes manejar ambas condiciones y vivir bien. Cuida tu alimentación, mantente activo, sigue tu tratamiento médico y checa tus niveles regularmente. ¡Tu corazón y cuerpo te lo agradecerá!