A veces, una herida crónica puede ser tomada a la ligera, aunque no en el sentido que crees. Por ejemplo, la negación a asistir a una opinión médica o el mal seguimiento del tratamiento, se pueden presentar.
En cambio, las emociones de frustración por este tipo de lesiones también pueden ser muy fuertes. No obstante, para una herida crónica existe un mismo recorrido y justo para ese fin, para recuperar el ritmo y las actividades del día a día, escribimos este artículo.
Quizá te rehúses a aceptar que tu herida es crónica. Sin embargo, hay tres características muy claras para definir que una lesión de este tipo es crónica:
Esos tres elementos son determinantes y, si alguno de ellos está presente, debes acudir a que un especialista te haga el diagnóstico adecuado. En cambio, si ya recibiste el diagnóstico y si presentas alguno de estos elementos en tu herida, entonces, se trata de un padecimiento crónico.
Como sabrás, una herida crónica provoca cambios en el día a día. Esto último es cierto, como también lo es que la calidad de vida se puede ver comprometida. Sin embargo, cada caso de este tipo debe ser revisado y estudiado por un especialista, ya que cada herida tiene otras características propias.
Las heridas crónicas, como mencionamos antes, deben ser valoradas por un especialista. Sin embargo, para que este ejercicio tenga una repercusión real en el paciente, debe ser integral. Es decir, examinar la herida es solamente una parte de lo que se debe hacer.
El mejor escenario es el que contempla también el entorno del paciente, la planificación de sus cuidados, la atención de la herida y la prevención de otras complicaciones.
De hecho, es gracias a la valoración que el diagnóstico correcto aparece y que se le puede dar un seguimiento correcto a cada caso, considerando la parte física y mental del paciente.
La movilidad es uno de esos factores que, de una forma u otra, suele verse afectado por una herida crónica. Por esta razón es que debe considerarse por parte de los médicos, ya que la movilidad afecta la lesión y el bienestar del paciente.
Además, si se trata de una persona acostumbrada a una vida muy activa antes de la herida, es un factor que puede ser de mayor peso. Por otro lado, la ubicación de la lesión también es determinante sobre cuánto afecta a la movilidad.
Aunado a esto, otros elementos como el dolor, el ardor, la comezón o la vergüenza, la pena y la timidez, se pueden sumar a hacer de este factor uno de vital importancia para cualquier persona.
Otra consecuencia de una herida crónica es la que tiene que ver con el ámbito laboral, pues las incomodidades que ocasionan este tipo de afecciones, muchas veces conllevan tener que mantenerse en casa, por lo que el trabajo simplemente se abandona.
Como consecuencia, pueden presentarse también dificultades económicas, lo que no solamente afecta en la vida social del paciente, sino también en la calidad de vida del mismo.
Además de lo anterior, pueden existir otros factores que contribuyan a que las heridas crónicas no cierren, tales como la diabetes, la obesidad, el tabaquismo, el consumo de alcohol, el estrés o, incluso, la ingesta de algunos medicamentos.
Todo esto, finalmente, ocasiona que una herida crónica sea suficiente impedimento para que las actividades diarias de una persona, así como su trabajo, se vea interrumpido.
Existe una fórmula para que este tipo de lesiones no sean motivo para dejar de llevar una vida normal y es: la que los médicos indiquen. Es decir, el tratamiento médico, su consejo, guía y capacitación son lo único que nos puede llevar a que un paciente recupere su vida tal como la conocía antes de la lesión.
La valoración y el tratamiento adecuados, pueden hacer que una herida crónica sane, aunque para ello, antes se debe aceptar la realidad, afrontar lo que lleva consigo este padecimiento, adaptarse a los cambios por venir, trabajar por mejorar la salud y calidad de vida y, al final del proceso, llegar a la sanación.
Esto y más es lo que trabajamos día a día, en MIDHEC, con nuestros pacientes. Lo que buscamos es siempre enfocarnos en que puedan recuperar energías para seguir con un segundo impulso en sus vidas.